Kevin Olekaibe: Por él, por su padre

Kevin Olekaibe prosperaba en Fresno State como un joven jugador de baloncesto con muchas papeletas para embarcarse en la aventura del mundo profesional tras su periplo colegial. Su año de junior había terminado con una media de 8.1 puntos por partido, algo alejado de sus 17.7 en su segundo año.

Una gran capacidad atlética y un tiro exterior de considerable regularidad ofrecían una jugosa combinación para los ojeadores que acostumbraban a seguir sus pasos. Su vida iba viento en popa a toda vela, al menos en lo referido al baloncesto, pero en lo personal, o mejor dicho, en lo familiar, surgieron noticias desconsoladoras. Su padre yacía en una cama de hospital, paralítico de cintura para abajo y sin posibilidad de articular palabra debido a dos fuertes choques en el cerebro (dos problemas cerebrovasculares). El baloncesto quedaba a un lado, y volvía a casa para estar junto a su padre y sus seres queridos. Kevin regresaba a Las Vegas, California.

Su madre y sus seis hermanos, conformaban una familia que siempre se mantuvo unida, y debían estarlo en la lucha más importante de sus vidas, afrontar juntos el crítico momento de su padre. “No recuerdo las últimas palabras que me dijo. Su lado izquierdo no responde. No habla. Siempre me dijo que la familia es lo primero, así que volver a casa fue una decisión sencilla” decía Kevin.

Su pasión sobre una cancha, que le había mantenido alegre y despierto desde pequeño, no terminó al hacer las maletas y volver junto a su familia, todo lo contrario, tomó un rumbo inesperado pero exitoso. UNLV se hizo con sus puntos y sus dotes de liderazgo, y a pesar de que no se le esperaba, acabó por adquirir un papel fundamental dentro del esquema rebelde.

Un campus de verano, en el que esperaba convencer a los entrenadores de los «rebels» para poder seguir formando parte de la NCAA, acabó por ser un acierto inmenso, no solo para él, también para sus nuevos compañeros y programa deportivo. Todo un líder y una mano amiga dispuesta a levantar el ánimo de cualquier compañero decaído, así lo veían dentro de la estructura universitaria, y así se lo ganó con sus actuaciones.

La tragedia familiar que le cercaba generaba una presión emocional enorme en su persona, sin embargo, conseguía, de algún modo inexplicable, mantener, dentro del parqué, alejado todo aquel drama que le asolaba. Cuando se vestía de corto seguía siendo el jugador al que los ojeadores querían captar para sus respectivos equipos.

La NBA no entró en ese grupo de interesados que preguntaban y suspiraban por sus cualidades, pero si lo hizo la liga de desarrollo norteamericana, en la cual recaló y le sirvió para aprender y competir al más alto nivel.

Antes de iniciar este proceso de aprender la lección que supone pasar de la universidad al mundo profesional, perdió a su padre, el cual no llegó a superar sus problemas de salud. Un palo importante en su vida. Un golpe de un dolor casi insoportable que no consiguió tumbarlo. Kevin siguió en la pista a lo suyo, jugando como siempre, ahora también por su padre.

Su camino no se ha detenido desde entonces, pues cuando sostiene el balón naranja entre sus manos consigue evadir todos sus sentimientos negativos, y ahora, por suerte para todos los aficionados del CB Clavijo, enseñará lo que sabe hacer cuando mira a canasta en la segunda división española de baloncesto.

Mucha suerte en esta nueva etapa a un jugador que no se rinde. Que se transforma y que encuentra consuelo y aliento en el baloncesto. Disfrutemos con su juego. Por él, por su padre.

Referencias:

http://mylvsports.com/unlv/runnin-rebels/olekaibe-tries-to-make-late-fathers-wish-come-true/
https://lasvegassun.com/news/2013/jun/10/kevin-olekaibe-transfers-unlv-fresno-state-because/

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